Júpiter


Comprender el auténtico sentido de la mitología es tanto como comprender el sentido de las raíces de nuestra cultura. Este artículo está dedicado a todos los que, como en la mitología, comprenden que nuestras raíces son el mejor aval para conocer nuestro propio destino, del mismo modo que hicieron Homero, Hesíodo o Píndaro narrando las vicisitudes de héroes, semidioses y dioses para hacer más ciertos los destinos de los hombres y mujeres de nuestra cultura.

La mitología es una premisa para comprender los textos de los clásicos. Del mismo modo, es indispensable el conocimiento de la antigüedad clásica para comprender en su totalidad a la mitología.

La mitología trata de la vida y hazañas de dioses, semidioses y héroes de la antigüedad pagana. Tuvo su origen en Egipto, Fenicia y Caldea unos veinte siglos antes de que naciera Jesucristo.

Tras esa apariencia de fantasía, cumplía y cumple un papel importante en la educación: Hallamos tras la mitología una serie de preceptos y reglas de conducta que han sido durante siglos el ideal de vida de la antigüedad clásica (la Areté).

Júpiter (mitología), en la mitología romana, soberano de los dioses, hijo del dios Saturno, a quien derrocó. Originalmente dios del cielo y rey del firmamento, Júpiter era venerado como dios de la lluvia, el rayo y el relámpago. Como protector de Roma se le llama Júpiter Optimus Maximus (el mejor y más alto) y se lo veneraba en un templo sobre el monte Capitolino. Como Júpiter Fidius era guardián de la ley, defensor de la verdad y protector de la justicia y la virtud. Los romanos identificaban a Júpiter con Zeus, el dios supremo de los griegos, y asignaban al dios romano los atributos y mitos de la divinidad griega; el Júpiter de la literatura latina, por tanto, tiene muchas características griegas, pero el Júpiter del culto religioso romano se mantuvo esencialmente libre de la influencia griega. Con las diosas Juno y Minerva, Júpiter formaba la tríada que constituía el culto central del Estado romano.

Los antiguos griegos sólo conocieron cinco planetas, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, que junto con el Sol y la Luna eran estrellas errantes, (la palabra griega planetas significa errantes), que se movían sobre el fondo de las estrellas aparentemente fijas. Las Astronomías antiguas europea e india han introducido un rico simbolismo planetario hasta las épocas modernas.

En la mitología romana Júpiter era el rey del cielo y de la Tierra y de todos los dioses del Olimpo. También era conocido como el dios de la justicia. El fue nombrado rey de los dioses en una reunión especial después de destronar al dios Saturno y a los Titanes.

Júpiter le dio a Neptuno el dominio del Mar, y a su otro hermano, Plutón, el dominio del inframundo. La esposa de Júpiter era Juno, quién era muy celosa de la atención que Júpiter le prestaba a otras diosas y mujeres.

Zeus es considerado la deidad principal dentro de la mitología clásica griega. Según la leyenda, Zeus fue el sexto de los hijos que tuvieron Cronos y Rea (su hermana); pero Cronos sabía que alguno de sus hijos lo destruiría y para impedirlo los devoraba a medida que nacían.

Rea dio a luz por sexta vez durante la noche; aconsejada por Urano y Gea, substituyó al recién nacido a la mañana siguiente por una gran piedra y la ofreció a su marido envuelta en unos pañales que Cronos tragó inmediatamente sin sospechar nada.

Las ninfas del monte criaron al recién nacido en una cuna de oro, principalmente la ninfa Adrastea quien vigiló y dirigió los primeros pasos del futuro dios.

Así creció en este ambiente hasta que fue adulto y sólo pensaba en destronar a su padre para lo que pidió consejo a Metis, hija de Océano y de Tetis, que luego fue la primera amante o mujer de Zeus. Metis le dio una droga por obra de la cual Cronos vomitó todos los hijos que había tragado.

Después de diez años, Zeus derrotó a Cronos y a los demás Titanes, a los que encerró en el profundo Tártaro, gracias a que los Cíclopes le dieron a Zeus el poder del rayo, a Hades un casco que lo hacía invisible y a Poseidón un tridente cuyo choque trastornaba mar y tierra.

Con ésta ayuda pudo Zeus vencerlos y continuar su lucha contra los Gigantes, seres enormes de una fuerza increíble y de aspecto espantoso; contra Tifón, un ser monstruoso más grande que las montañas cuya cabeza chocaba a veces con las estrellas, por dedos tenía cien cabezas de dragones y de cintura para abajo estaba rodeado de víboras; su cuerpo era alado y sus ojos despedían llamas.

Una vez obtenida la victoria total, vino el reparto del universo que se hizo a suertes. A Zeus, por ser el favorecido, le correspondió el cielo y la preeminencia sobre todo lo existente.

Júpiter necesita para completar su órbita alrededor del Sol casi 12 años y es el más grande de los planetas conocidos. Comparado con este gigante, cuyo diámetro mide casi 143.000 kilómetros, nuestra Tierra es un globo diminuto.

Su tamaño y resplandor se reflejan en la mitología, donde Júpiter es el rey de los cielos, el padre de los dioses y de los hombres. Por lo general, Júpiter (Zeus para los griegos) es benéfico, pero también tiene cierta tendencia al orgullo, y es notorio por sus numerosas aventuras amorosas, para pesar de su esposa Hera.

En la astrología, Júpiter representa la expansión en todos los planos, especialmente por medio de la búsqueda del conocimiento superior, la filosofía, la religión y la ética. Su posición en la carta astral muestra cómo podemos expandir nuestro horizonte de la mejor manera. Júpiter promete fortuna y crecimiento, aunque hay que vigilar la inclinación hacia los excesos, (la obesidad) el dogma y la arrogancia. Es el regente compartido de Sagitario y Piscis, esta exaltado en Cáncer y su caída o peor lugar es Capricornio, el exilio lo tiene en Géminis, con estas pautas hallaremos sus virtudes y defectos, rige la casa IX y XII, los aspectos que hace con otros planetas o si esta retrogado o directo y también las casas que ocupan serán importantes para hacer un diagnostico de nuestra “suerte”.

Imaginaos en el Renacimiento; el interés del ser humano se vuelve hacia el mundo clásico, hay una gran inquietud por las ciencias de la naturaleza, y los fragmentos de la antigua magia se incorporan a este nuevo mundo.

En esta época, aparece un mago y astrólogo importante, Enrique Cornelio Agripa, nacido en Colonia el 14 de septiembre de 1486, de signo astrológico Virgo, y de profesión médico (de Carlos I de España y V de Alemania), cronista, astrólogo, alquimista y soldado, que escribe un interesante libro: “De occulta philosophia”, obra en abierta oposición a la física aristotélica académica de aquella época, en la que enaltece la unidad de la naturaleza: ... «Hay por lo tanto un alma universal, una sola vida que llena y corre por todas las cosas, uniendo y ligando todas las cosas con sí misma de tal modo que resulta una unidad de todo el mundo»...

Ahora por fin, volvemos a un nuevo Renacimiento y por esto, gente como yo, va a poder hablar abiertamente de astrología.

Carmen Rochera

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