Claudio, además de ser un gran amigo es una excelente persona y, al comentarle que iba a visitar Italia para comenzar mi revolución solar en esa latitud, se ofreció de inmediato para acompañarme en mi estancia y ofrecerme su hospitalidad en forma de alojamiento en las magnificas instalaciones del CIDA y, además, actuar como cicerone en unos días que han resultado inolvidables.
La primera tarde la pasamos recorriendo la astrológica Bolonia, atendiendo a los detalles que Claudio nos transmitía. Más tarde acudimos a una de las aulas del CIDA para comenzar la charla. Para mí es alucinante ¡Como pago por todas las atenciones que he recibido solo tuve que ofrecer una charla sobre astrología para un grupo de alumnos (maravillosos) de Claudio! Pagar con algo que te honra es recibir todavía más...
La charla, que en un principio estaba destinada a durar una media hora, se prolongó más allá de hora y media, prosiguió en la cena a la que fui invitada y se extendió a la tertulia postrera. Sin duda la emoción sentida durante el paseo me inspiró profundamente y, aunque aún estaba en casa 12 cuando dí la charla, toda salió rodado y me entregué a ello como un amante ante la ansiedad de acariciar el cuerpo del amado.
La astrología es un sacerdocio de vocación poderosa y no se puede dejar de obedecer al amor de tus posibles interlocutores. Como traductor de este arte/ciencia, es imposible negar a los que desean oírte lo que quieren y desean.
Al dia siguiente, el dia de mi cumpleaños, visitamos Florencia. Las experiencias allí vividas son algo que me guardo para mi misma, pues no todo se debe contar.
Gracias Claudio,Gracias Bolonia,Gracias Italia.
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