KA TRANSLITERACÍON: kA NOMBRE EGIPCIO: KA ICONOGRAFÍA: Aspecto humano con dos brazos posados sobre la cabeza y levantados en ángulo recto, con las manos extendidas y las palmas hacia arriba, en acto de adoración. Puede aparecer el símbolo sin ninguna manifestación humana o animal bajo él. Figura humana modelada sobre un torno de alfarería. SINOPSIS: Presente en los textos desde el Reino Antiguo, más que un dios es un concepto de difícil traducción, uno de los elementos anímicos que formaban la parte espiritual del hombre, junto al aj, el ba, el nombre, la sombra y el cuerpo físico. Tradicionalmente, ha sido mal traducido como espíritu, pero esta equiparación se revela insuficiente y problemática ya que el ka es una fuerza que da vida al individuo y que está asociado al cuerpo temporalmente. El ka protege al hombre mientras vive y permanece como protector tras la muerte, siempre que se cumplan unos ritos específicos, ya que está ligado a la alimentación. En algunos contextos parece transmitir un sentido de poder intelectual y espiritual. Se ha interpretado como la fuerza vital del individuo que se crea como su gemelo, dirigiéndose en el momento del nacimiento, el uno a la tierra y el otro al Mundo del Más Allá. El ka fue traducido por Gaston Maspero (1893) como “doble vital”, aunque también se ha empleado el término “gemelo”, y aunque la traducción no se ajusta al concepto real de este componente espiritual, en cierto modo así lo encontramos en la iconografía. Por ejemplo, el templo de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahari recoge, en uno de sus relieves, al dios hacedor y alfarero Jnum, modelando al hombre y a su ka en su torno. Poseedores de kas eran tanto los hombres como los dioses (sobre los 14 kas de los dioses) y ambos tenían lugares específicos para su culto. El ka es un elemento importantísimo que constituye “la fuerza vital”, aquella que se siente, pero no se puede ver; sin embargo, necesita ser alimentado y recibir bebida para su subsistencia a manos de “los sacerdotes del ka” o, en su defecto, las vituallas que se representaban en los muros o mesas de ofrendas y que se ubicaban en las tumbas, La falta de estas provisiones causaba la desaparición del ka y, por tanto, desaparecía la esperanza de vida tras la muerte. Por ello, las ofrendas iban acompañadas de una frase “tipo”: “Ofrenda para su ka”. Es decir, siempre que el ka viviera en la eternidad, se garantizaba la vida eterna del individuo. Es evidente que el ka no se nutría de la sustancia física de los alimentos, sino que tomaba de ellos su esencia espiritual. Así el soporte material servía para la alimentación de los sacerdotes encargados de su culto. Los alimentos y algunos objetos inanimados y, sobre todo, las estatuas que representaban al fallecido, también tenían ka y éste era su soporte. El ka acompaña al individuo tanto en su vida terrenal como en la de ultratumba, siempre atado al ente físico. Él era el encargado de anunciar a los dioses la llegada del rey en los Textos de las Pirámides. Cuando acaece la muerte, es este elemento el que queda adormecido y al que hay que reanimar mediante los ritos mágicos de los funerales. El ka era invisible, permanecía junto al hombre hasta su muerte, momento tras el cual se unía a la divinidad. Era un elemento individual y distinto para cada persona, el que marcaba el “Ser y el Cómo” de todo individuo.

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